Estudian unos viñedos capaces de capturar CO2 y de producir sus propios fertilizantes
Un equipo multidisciplinar trabaja para lograr que un viñedo sea capaz de capturar dióxido de carbono y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático y de producir además sus propios fertilizantes a partir de los residuos orgánicos generados durante la vendimia.
Intenta
así cerrar el círculo de una agricultura cada vez más sostenible y capaz de
producir alimentos más saludables.
Y para
ello, han convertido una parte de los viñedos que integran la Denominación de
Origen Vinos de Uclés en un laboratorio donde un equipo multidisciplinar de
científicos, tecnólogos, viticultores, enólogos o agricultores quieren
demostrar que es posible reducir la dependencia de los abonos minerales y de
los productos fitosanitarios y aumentar la fertilidad de los suelos y la
productividad de las explotaciones.
Además
de reducir -hasta casi neutralizar- las emisiones de gases de efecto
invernadero- el equipo está logrando mejorar la calidad del suelo donde se
cultivan las viñas gracias a un fertilizante elaborado con algas autóctonas
procedentes del propio suelo de los viñedos de Uclés.
Esas
algas se nutren de los desechos orgánicos que se generan durante el periodo de
vendimia, sobre todo de los hollejos (piel de la uva), y regresan a la tierra
convertidas en un fertilizante líquido natural, capaz no sólo de fijar el
carbono, sino de enriquecer el suelo, de mejorar su riqueza biológica y de
reducir la dependencia de los fertilizantes minerales.
El
ingeniero agrónomo Jorge Miñón, responsable técnico del proyecto europeo
“Integral Carbon”, ha subrayado que se trata de devolver al suelo todos los
nutrientes que se han extraído de él para conseguir un cultivo -en este caso la
uva para producir vino-.
Miñón
ha señalado que durante ese proceso se generan abundantes residuos y una gran
cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, pero ha insistido en la
necesidad de que la industria agroalimentaria sea capaz de mitigar y de
compensar esas emisiones y en las soluciones que están encontrando para
conseguirlo.
Los responsables
del proyecto están además aprovechando el exceso de nutrientes que tienen las
aguas residuales procedentes de los sectores agrario y ganadero para aumentar y
acelerar la producción de esas algas autóctonas, consiguiendo así devolver a la
tierra esos nutrientes que enriquecen el suelo y que mejoran la productividad y
la rentabilidad de los viñedos.
La
menor dependencia de los fertilizantes minerales, que requieren para su
fabricación de elevados consumos energéticos, reducirá además la huella de
carbono de las explotaciones agrarias, pero redundará también en la calidad del
producto final.
En
busca de una metodología extrapolable a toda la industria del vino
El proyecto europeo “Integral Carbon”, que se prolongará hasta 2016 y en el que se han implicado instituciones públicas y empresas privadas, pretende “sólo” eso: demostrar que es posible en la industria vitivinícola la captura de gases de efecto invernadero, su fijación en el suelo gracias a las algas autóctonas y su utilización posterior en el viñedo como fuente de nutrientes vegetales.
Y del éxito del mismo depende el establecimiento de una metodología que ayude a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector vitivinícola, con lo que ello supone para el viñedo español, que ocupa una superficie superior al millón de hectáreas y genera una mano de obra que ronda los 18 millones de jornales cada año.
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